Un Crecimiento Imparable

En el año 2025, mientras el mundo sigue su vertiginoso ritmo, la Formación Profesional en España alcanza una cifra mágica: más de 1,2 millones de matriculados. Sí, has leído bien. No sé si el número en sí te impacta tanto como a mí, pero en Canarias, el espíritu de innovación y avance se siente en el aire, como una brisa fresca en pleno agosto. Con tasas de crecimiento que oscilan entre el 2,4% y el 4,7%, la pregunta es evidente: ¿la FP se ha convertido en una especie de culto educativo del que todos quieren ser parte?

Lo cierto es que el modelo de FP dual brilla con luz propia. Un impresionante 35% de crecimiento no se traduce solo en números; son más de 45.000 estudiantes que encuentran en este modelo un camino hacia el empleo real. Con una tasa de empleabilidad superior al 90%, parece que todos los caminos conducen a Roma... o al menos, a una buena oportunidad laboral en el archipiélago canario.

Los escépticos podrían alegar que no todo es perfecto en el paraíso de la Formación Profesional. A pesar del descenso del abandono educativo temprano a un mínimo histórico del 13%, producto de un enfoque más personal y flexible en la FP adaptada, todavía persisten sombras. La inclusión de colectivos vulnerables no es una asignatura superada, y muchos se quedan al margen de esta revolución educativa que tanto alardea en sus titulares.

Los datos a primera vista son esperanzadores: un crecimiento del 4,2% en FP de grado medio y un 4,8% en superior. ¡Bravo! Pero dentro de este optimismo, se oculta una realidad desalentadora. El desajuste entre las competencias que se enseñan y las necesidades del mercado laboral canario plantea un déficit que podría hacer temblar a cualquier pedagogo: ¿realmente estamos formando a los profesionales que demandamos? Actualizar los currículos parece más un eslogan que una estrategia bien implementada.

Además, la financiación pública, en un acto de favoritismo navideño, parece concentrarse en los grandes centros urbanos. Las zonas rurales y menos pobladas, aquellas que más podrían beneficiarse de una FP adaptada y especializada, siguen a la espera de que alguien en la capital les eche un vistazo. Mientras tanto, los estudiantes de las islas menos habitadas ven cómo su acceso a oportunidades se convierte en un laberinto de burocracia y recursos limitados.

En este mosaico de avances y desafíos, Canarias se enfrenta a un dilema fascinante. La FP podría ser la clave para un futuro laboral prometedor, pero también es un espejo que refleja las carencias de nuestro sistema educativo. En última instancia, el crecimiento es innegable, pero la verdad se encuentra en esos rincones oscuros donde aún quedan luces por encender.

La Modalidad Dual: Un Amor Verdadero entre Formación y Trabajo

En el idílico archipiélago de Canarias, donde el sol brilla y el mar susurra promesas de empleo, la Formación Profesional (FP) Dual ha experimentado un crecimiento deslumbrante del 35%. Más de 45.000 estudiantes se han dejado seducir por esta danza entre formación y trabajo, cuyos pasos parecen tan perfectamente sincronizados que parece sacado de un relato de amor romántico. Pero, ¿es este enlace tan sublime como se presenta, o es solo una ilusión colectiva?

La tasa de empleabilidad de la FP Dual, que flota en el aire como un sueño hecho realidad, es superior al 90%. Las empresas, en su mejor versión de príncipes azules, se han comprometido a acoger a estos jóvenes aprendices. Sin embargo, a veces, detrás de esos encantadores trajes de gala se esconden algunos tropiezos que ponen en jaque la perfección del cuento de hadas.

Imagina a un estudiante, lleno de esperanzas y con una mochila repleta de conocimientos recién adquiridos, listo para enfrentarse al mundo laboral. Una escena digna de un montaje publicitario. Pero, a menudo, ese estudiante se encuentra con empresas que, como un amante que no está del todo seguro, no siempre están dispuestas a dar ese paso hacia un compromiso serio. Esa conexión, tan esperada y celebrada, puede transformarse rápidamente en una relación en la que se siente más el eco de la soledad que el calor de la colaboración.

¿Y qué pasa con las promesas de un itinerario flexible y personalizado que se mencionan con tanto fervor? Aunque el abandono educativo temprano ha caído a un mínimo histórico del 13%, todavía quedan sombras. Algunas comunidades, especialmente las más vulnerables, encuentran un sinfín de barreras que les impiden unirse a la fiesta. Las oportunidades brillan deslumbrantes sobre las ciudades, mientras que en las zonas rurales, la luz apenas parpadea, dejando a muchos fuera del circuito.

Lo que se presenta como un camino realista y accesible puede, a veces, ser una simple ilusión. El desajuste entre las competencias impartidas y las necesidades del mercado laboral canario es una de esas sorpresas desagradables que llegan sin avisar. Los currículos, como las modas, deben renovarse, pero lo que realmente se necesita es un armario lleno de formatos que no se pongan obsoletos cada temporada. Sin esta actualización constante, el amor entre estudiantes y empresas puede verse afectado, convirtiéndose en una relación tóxica antes de que comience.

Entonces, ¿la FP Dual en Canarias es un éxito rotundo o tan solo un ejercicio de marketing bien ejecutado? Quizás, como en cualquier historia de amor, la verdad se encuentre en un punto medio. Hay avances, sin duda, pero también hay trabajo por hacer. Mientras las luces brillan, es preciso no olvidar que, para que este amor perdure, ambas partes deben estar listas para el compromiso real. Como en toda buena novela, el final feliz solo se alcanza cuando el esfuerzo se convierte en acción sustantiva. ¿Estamos listos para ello?

La Revolución de la Formación Profesional en Canarias: ¿Un Éxito o Solo Marketing?

En un giro inesperado de los acontecimientos, la lucha contra el abandono educativo temprano parece estar dando sus frutos en Canarias, donde la tasa ha descendido hasta un bastante saludable 13%. ¡Bravo! Un aplauso sonoro que, aunque resuena en las aulas, tal vez no sea lo suficientemente fuerte como para cubrir ciertos matices que podrían pasar desapercibidos a simple vista.

La clave de este éxito, o al menos eso es lo que todos queremos creer, se encuentra en la Formación Profesional (FP) adaptada. Una modalidad brillante que se presenta como la solución definitiva, ofreciendo itinerarios flexibles y personalizados que prometen conectar a los jóvenes con el mundo laboral real. Pero, un momento, ¿estamos seguros de que todos están teniendo acceso a esta maravilla de flexibilidad educativa?

Imaginemos un escenario ideal: aulas llenas de estudiantes que sueñan con un futuro brillante, formándose para ser expertos en sectores que van desde el turismo hasta la tecnología. Y, de hecho, las cifras son prometedoras; en 2025, más de 1,2 millones de jóvenes en toda España se matricularon en FP, y la modalidad dual ha crecido un 35% en Canarias. ¡Casi como si fuera una película de Disney sobre la educación!

Pero ¡ay! La realidad a menudo tiene sus sombras. Los datos brillantes no pueden ocultar las barreras que aún persisten para ciertos colectivos vulnerables. Aquellos que, por diversas razones, ven cómo la puerta de la FP adaptada no se abre tan fácilmente. Y es que, en esta revolución educativa, no todos los estudiantes tienen el mismo camino de acceso y, parece, que algunos quedan a un lado como decorados de fondo.

Además, aunque las tasas de empleabilidad rocen el 90% para los que logran graduarse, surge una pregunta inquietante: ¿están realmente los currículos alineados con las necesidades del mercado laboral? A veces parece que hay un desajuste en este complejo baile entre la educación y el empleo. En un mundo donde la actualización constante es el rey, a menudo nos preguntamos si la FP adaptada a la canaria está realmente en sintonía con lo que buscan las empresas. Pero, por supuesto, eso no suena tan atractivo en un titular, ¿verdad?

Y como si eso no fuera suficiente, también está el tema de la financiación. Pareciera que la FP adaptada tiene su corazón palpitante en los grandes centros urbanos, dejando en la sombra a las zonas rurales y menos pobladas de Canarias. Es como si ciertos estudiantes estuvieran condenados a mirar desde fuera, mientras la flexibilidad educativa danza alegremente en otros lugares.

Entonces, ¿estamos celebrando un verdadero cambio en la educación en Canarias o simplemente nos estamos dejando llevar por el marketing educativo? Una cosa es cierta: mientras las cifras sigan siendo brillantes en los informes, es importante mantener un ojo crítico y asegurarnos de que la revolución educativa no se convierta en una ilusión óptica en la gran pantalla de la formación profesional.

El Desajuste entre el Aula y el Mercado Laboral

En un escenario ideal, la Formación Profesional (FP) en Canarias sería la conexión perfecta entre un aula reluciente y las demandas del mercado laboral. Sin embargo, el telón parece no caer en el momento adecuado. En 2025, se celebran más de 1,2 millones de matriculados en FP en toda España, y Canarias, como estrella invitada, se suma al espectáculo con un crecimiento notable. Pero, ¿de qué sirve todo este alboroto si la trama no se ajusta a la realidad del trabajo?

La modalidad dual de FP, que blande el espada de la empleabilidad como un héroe de acción, ha visto un crecimiento del 35%, y sus tasas de éxito por encima del 90% son dignas de aplausos. Aún así, algunos observadores se preguntan: ¿qué hay detrás de esta cortina de humo? Las cifras muestran que, a pesar de la mejora, las competencias enseñadas en estos programas no siempre están en sintonía con lo que realmente demanda el mercado laboral canario. Un desajuste curricular digno de una comedia de enredos.

En medio de este festín estadístico, no podemos ignorar los coletazos de la desigualdad. Las barreras de acceso para ciertos colectivos vulnerables en las islas aún perduran. La FP adaptada, a pesar de sus itinerarios flexibles, no logra ese abrazo inclusivo que prometía. Entones, ¿quién se beneficia realmente de esta revolución educativa? Las ciudades grandes, que están iluminadas con la financiación y los recursos, contrastan con zonas rurales donde el eco de la FP apenas se escucha.

A medida que el alumnado de los grados medio y superior sigue subiendo, como una burbuja que podría estallar en cualquier momento, surge la pregunta de si los currículos se actualizarán a tiempo. Mientras los gurús de la educación y los políticos se enredan en reuniones, la industria se mueve rápido, dejando un rastro de necesidades que, por ahora, la FP adaptada no ha sido capaz de seguir.

Así, la revolución de la Formación Profesional en Canarias nos ofrece una visión esperanzadora, pero hay sombras que acechan. La promesa de un modelo educativo alineado con el mercado laboral parece más un truco de magia que una realidad tangible. Salvo que haya un acto de contrición en las altas esferas de la educación, el destino de esta revolución podría quedar atrapado en un bucle de ineficacia. Y mientras tanto, miles de estudiantes siguen al pie del cañón, esperando que la magia suceda y que sus sueños laborales dejen de ser un mero espejismo.

Financiación: ¿Una Oportunidad para Todos?

Imaginemos un mundo donde la Formación Profesional (FP) brilla en cada rincón de Canarias, desde los soleados paseos de Santa Cruz hasta los coloridos mercados de La Orotava. Sin embargo, la realidad nos pinta un cuadro diferente. La financiación de la FP adaptada se ha concentrado en las grandes urbes, dejando en la sombra a las zonas rurales, que parecen ser un mero apéndice en un mapa lleno de destinos turísticos.

Según los últimos datos, el número de matriculados en FP ha alcanzado cifras sin precedentes, pero ¿dónde está el eco de esta revolución en las islas más despobladas? La tendencia es clara: un crecimiento notorio y sostenido, pero en lo que parece una carrera de relevos donde solo algunos tienen el bastón. Mientras el alumnado se abriga con itinerarios flexibles en los centros urbanos, aquellos que habitan en rincones menos favorecidos continúan buscando oportunidades como quien busca una aguja en un pajar.

La dualidad de esta situación es alarmante. Por un lado, las cifras de estudiantes en el modelo dual suben como la espuma, con tasas de empleabilidad que rozan el 90%. Pero, por el otro, un buen puñado de jóvenes en zonas rurales se pregunta si esta "excelente" FP va a llegar alguna vez a sus puertas. ¿No serían maravillosos los programas educativos adaptados a las particularidades locales, esos que honran el espíritu canario más allá de las etiquetas de marketing?

La brecha se hace aún más evidente al observar que a pesar de la oferta bulliciosa —más de 7.500 formaciones disponibles—, la realidad de ciertos colectivos vulnerables en Canarias choca contra un muro. Las barreras de acceso persisten, como sombras acechantes que impiden la inclusión plena en la FP adaptada. Quizá sea hora de plantearse si la palabra "oportunidad" está reservada solo para quienes habitan en la costa, mientras que los del interior siguen buscando su lugar en esta narrativa educativa.

Se impone la necesidad de una revisión crítica: el desajuste entre las competencias que se enseñan y las que realmente demanda el mercado laboral se hace palpable. No se trata solo de formar, sino de formar bien. Y eso implica una constante actualización que lamentablemente se tiñe de burocracia y desinterés, dejando a los jóvenes atrapados entre un deseo de prosperar y la dura realidad de un sistema que aún no les ha echado un vistazo a sus necesidades.

En un territorio donde el turismo y la tecnología se erigen como pilares, es imperativo que desde las instituciones se escuchen las voces de quienes viven en el rural. La equidad en el sistema de financiación no debe ser un concepto bonito en papeles, debe ser una práctica tangible. Porque, al final, ¿no merecen todos los canarios la misma oportunidad de brillar, sin importar si su hogar está junto a las olas o en la montaña?

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Sobre el autor

Carla Ruiz

Carla Ruiz es consultora en empleabilidad y desarrollo de carreras profesionales en Formación Profesional. Con más de 11 años de experiencia, ha asesorado a cientos de estudiantes de FP en su inserción laboral y ha desarrollado programas de desarrollo profesional. Especializada en coaching profesional, desarrollo de soft skills y estrategias de empleabilidad.

Carla Ruiz es consultora en empleabilidad y desarrollo de carreras profesionales en Formación Profesional. Con más de 11 años de experiencia, ha asesorado a cientos de estudiantes de FP en su inserción laboral y ha desarrollado programas de desarrollo profesional. Especializada en coaching profesional, desarrollo de soft skills y estrategias de empleabilidad.

Especialidad: Formación Profesional y Empleabilidad

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